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jueves, 9 de julio de 2009

¿Dónde quedó aquel mayo del 68?


En la primavera de 1968, París se convirtió en un polvorín: las huelgas estudiantiles se convirtieron en huelga general, enfrentamientos con la policía e inestabilidad política durante más de un mes. El resultado no fue el esperado, pues De Gaulle volvió a ser presidente de la República, pero ahí quedaron los hechos.

Cuando me refiero a donde quedó mayo del 68, me quedo con su espíritu. Un espíritu que se ha ido diluyendo con el paso de las décadas. Tampoco quiero tener una idea sesgada de los acontecimientos, y limitarme sólo a la reivindicación del mayo parisino, pues otros hechos importantes pasaron en la época: la Primavera de Praga de 1968, la Revolución Cubana de 1959, la Revolución Argelina de 1962, etc. Estos hechos, mezclados con otros, crearon en la conciencia colectiva de la población mundial, una idea de que lo establecido se podía cambiar y que la utopía revolucionaria era posible.

Hablaremos ahora de los acontecimientos canarios, alrededor de estas fechas: desde luego, no podemos hablar de Canarias como un lugar de grandes movimientos sociales, pues casi siempre han sido auspiciados por una minoría y ha contado con el hándicap del hermetismo colonial. Pero los movimientos existieron y fueron importantes, sobretodo durante la década de los 70 y 80. En 1959, tras el triunfo de la Revolución Cubana, y el asesinato de Juan García Suárez "El Corredera", surgió la Iglesia Cubana, grupo anticlerical de izquierda nacionalista canaria que derivará en el movimiento Canarias Libre. Un día del Pino de 1961, aparecerá el Teror la bandera canaria, todavía sin estrellas. Luego muchos de los integrantes de este grupo acabarán en el PCE.

De escisiones también de Canarias Libre, surge el 22 de octubre de 1964 el MPAIAC grupo que permanecerá en el exilio de Argel y que adoptará la bandera tricolor de las siete estrellas verdes. La fuerza del MPAIAC tanto en el interior, con movimientos sociales sin precedentes, como en el exterior, con la diplomacia en la OUA, que reconoce el derecho de Canarias a la descolonización y la emisión de La Voz de Canarias Libre, crean de la coyuntura de 1964 a 1978, una época de movimiento pujante en la calle. Todo ello se para un poco con el atentado terrorista estatal a Antonio Cubillo en Argel el 5 de agosto de 1978. Luego las diferencias de criterio y los protagonismos del líder del MPAIAC, desorientan la fuerza social del movimiento.

Sin embargo podemos seguir calificando el final de la década de los 70 y la de los 80, como época donde el movimiento social es importante. UPC había llegado a ganar las elecciones al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria en 1979. Sin embargo el descafeinamiento de sus posiciones y la oposición feroz del resto de grupos políticos y de la prensa colonial, impidieron un mayor desarrollo del programa municipal establecido por dicho partido. El Estatuto de 1982, desvía mucho la lucha, a pesar de ser un estatuto ruinoso y con menos competencias que otros lugares del Estado.

La década de los 80 cuenta con importantes huelgas y una participación todavía importante, algo que se traslada al comienzo de los 90. En 1992 se crea la organización juvenil Azarug, lo que supone un boom en el movimiento juvenil en las islas, que a día de hoy sigue existiendo con cierta fuerza social. Sin embargo, la creación de Coalición Canaria en 1993 y la integración de muy diversos grupos, caracteriza la creación de una clase política dependiente, caciquil, rastrera y lameculista.

No sé decir cuando se empezó a generalizar la idea del ser apolítico. Dícese de un ser que vaga por Canarias y por muchos sitios del mundo, a quien no le interesa la política o comenta no saber de ella. Un ser que vive en sociedad, es un ser político y cada uno tiene unos principios, sin embargo la clase política, los medios de comunicación y el sistema educativo, le han dicho que se puede ser apolítico y vivir ajeno a la realidad de tu entorno. No quiero con esto menospreciar a nuestra sociedad del siglo XXI, pero está claro que tiene su sentido crítico dormido.

La cultura de la Play Station, el fútbol, la telebasura, la comida basura, el cine acrítico y la inutilización del pensamiento han creado la sociedad que mayoritariamente hoy tenemos. Parece que preocuparte por mejorar el entorno en el que vives, luchar por la descolonización de tu País o fomentar cultura reformadora, es estúpido, inútil y una pérdida de tiempo. Sin embargo, no se pierde el tiempo viendo la presentación de un señor que lo único que hace es dar patadas a un balón o viendo la última película basada en un comic, que exalta el poderío militar norteamericano.

No sé hasta cuando durará esta enajenación mental de esta sociedad. Quizá hasta que le falte el fútbol y la hamburguesa. Quizá no. Lo cierto es que vivimos una de las mayores crisis desde hace mucho tiempo y no se ve casi movimiento en la calle. Las huelgas son minoritarias, a pesar de que los despidos son masivos y las condiciones denigrantes. Esta sociedad se ha acostumbrado a vivir al día y por encima de sus posibilidades y eso es lo que hace. Aunque esté en el paro, gasta dinerales y no se preocupa del futuro.

Yo no soy tan viejo como para anhelar la época de mayo del 68. Es más, yo nací incluso después de la imposición del Estatuto de Autonomía. Sin embargo me siento heredero de este espíritu, un espíritu renovador que cree en la utopía de cambiar la situación. Un espíritu minoritario y exótico en el mundo en el que vivimos, pero la perspectiva histórica nos dice que es el que siempre ha tirado del carro para mejorar la situación.




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