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martes, 25 de noviembre de 2008

De derbys, de ultrillas, de insularismo y de canariedad


Este pasado sábado, como muchos sabrán, se ha disputado el derby canario entre los dos colosos del fútbol en Canarias: U.D. Las Palmas-C.D. Tenerife. Este acontecimiento es el que más personas puede congregrar hoy por hoy en Canarias, por ejemplo, este fin de semana el Gran Canaria presentó una entrada de más de 26.000 espectadores. Por televisión en esta ocasión los aficionados que no acudieron al estadio, se tuvieron que conformar en su gran mayoría con escucharlo por la radio, pues fue televisado por la cadena de pago Canal +, en una vergonzosa decisión que a quien único perjudica es a las canarias y canarios que querían sentarse a ver el espectáculo y fueron privados de ello por el mercadeo televisivo de turno.

El odio entre aficiones (aficiones ultras claro está) es bestial. Parece que ser de la U.D. implica odiar al Tenerife y por ende a todo lo de Tenerife y al contrario resulta igual. Ahora sí, que no se te ocurra discriminar a un equipo español o a los españoles en general, porque eres un racista, si lo haces, sin embargo con los chicharreros o los canariones, eres guay, estos son tácticas colonialistas. Pongo por ejemplo, si tú animas al Villarreal en la Copa de Europa porque es un equipo español, estás socialmente bien visto, si animas a la U.D. siendo de Tenerife o al Tenerife siendo de Gran Canaria, en la Liga Española, eres como una especie de enemigo del equipo de tu isla. Pues yo, lectoras y lectores, como habitante de Gran Canaria y seguidor de la U.D. Las Palmas, confieso mi apoyo al C.D. Tenerife en todos los partidos salvo cuando jueguen contra los amarillos, y los equipos españoles en Europa y sus selecciones por ende, me importan un pito. Sí, socialmente no soy correcto, ¿verdad?

Más allá de los signos políticos que tenga cada una de las hinchadas ultras, ese odio que fomentan, a mí, como a muchos canarios nos crea desasosiego: miles de familias tienen padre canarión y madre tinerfeña o viceversa o tiene un tío allá o simplemente amigos. Es que nos separa tan poco y quieren hacer que nos separe tanto... aunque las aguas que separan las dos islas sean aguas internacionales, que es una vergüenza, pero esa es otra brega. Dentro de toda sociedad existen ignorantes, deshechos, pero el problema es que tengan el favor de los clubes. Ultra Naciente, con su cúpula de militares pro fascistas en la dirección, aunque se hagan llamar apolíticos, sienten un odio absurdo al Tenerife y todo lo que les rodea y se acercan sin pudor a las aficiones más radicalmente nazis de los equipos españoles, como la del Atlético Madrid, Murcia o Valladolid. Sin embargo, el club los tiene mimados y en una cúpula que no se merecen, eso es lo triste. El Frente Blanquiazul lo conozco menos, al ser de la otra isla. Del Frente se puede decir incluso que tiene buenas iniciativas, como las Jornadas contra el Racismo y la Xenofobia que organizarán en la isla vecina dentro de poco y que este humilde escritor está más en consonancia con lo que propugnan sus ideales. Sin embargo, el insularismo es el mismo, el odio es tan grande y el fomento del odio absurdo entre islas, hace que los ideales que defienden, los prostituyan muchas veces en pro del ya nombrado insularismo extremo.

De todas formas no debemos ser cortos de miras. La rivalidad entre las dos islas más grandes de nuestro País, es algo promocionado, alentado y tutelado por el colonialismo español, de ayer, hoy y si lo dejamos, siempre. Se crea así, que mientras nosotros nos peleamos entre nosotros, nos olvidamos de luchar contra el enemigo real, el colonialismo español, europeo y occidental, si me apuran. Y una de las cuchillas de esta gran espada que está dañando a Canarias, es la rivalidad futbolística, pero hay otras, como los políticos vendidos y lameculistas con el colonialismo que tenemos en Canarias, la prensa de allí y de aquí, los carnavales, etc. Ya decía el otro día el arqueólogo José Farrujia, que el insularismo había estancado la arqueología canaria, y es que este mal nos está haciendo mucho daño y esperemos que de una vez por todas este pueblo despierte y luche contra el enemigo real y deje de inventarse enemigos dentro de sí mismo.

Habría que debatir también dentro de este insularismo absurdo y reaccionario, lo que es la consideración de pertenencia que tiene cada uno. Canarias es un todo, es una cultura común, tradiciones comunes, cercanía entre diferentes isleños, aunque como es obvio por la insularidad, con especificaciones en cada una de las islas. Pues se ha puesto de moda ultimamente reclamar la pertenencia a una isla solamente. "Yo me siento canarión" o "Yo me siento palmero", son frases que podemos escuchar por ahí. La canariedad es un todo, pero algunos utilizan las diferenciaciones o los equipos de fútbol o lo que sea para sentirse sólo pertenecientes a una isla. Otra lacra a superar.

En definitiva, yo tengo un sueño, sueño con el día en que los aficionados del Tenerife vengan a Gran Canaria y nos vayamos con ellos el día antes de asadero a los Llanos de la Pez, sueño con un derby sin altercados físicos, sólo cánticos de cada una de las aficiones y deportividad pura y dura, sueño con una Canarias unida en todos los ámbitos, que la hará invencible, sueño con la retirada de estos políticos de mierda y con una prensa pancanarista, y bueno, a quien le voy a engañar, ya que estamos soñando, sueño con una Canarias Libre, Socialista y Unida, pero como vemos, para que se cumplan todos estos sueños, falta mucho.

Interesante artículo sobre pleito insular de Domingo Urbín, que recomiendo:

¿Doble autonomía o Independencia?


De medios demagogos y elecciones municipales en Venezuela

El enviado de El País no encontró en el estado de Barinas ningún chavista un día antes de que éstos ganaran por mayoría absoluta

Pascual Serrano / Rebelión



"No me pregunte quién va a ganar el domingo", señala Julio César Reyes. "Le conmino a que salga a la calle y hable con la gente. De cada diez, siete le van a responder que votarán por mí".

En realidad, fueron diez de diez; en distintos barrios y en diferentes momentos del día. Todos confesaban que votarían a Julio César Reyes. Nadie mencionó a Adán Chávez, ni al otro candidato opositor al oficialismo, Rafael Simón. Si algo quedó claro en la pequeña consulta hecha a pie de calle es que ningún taxista, camarero, vigilante de hotel, viandante, vendedor de prensa... nadie de entre los entrevistados habló bien de los Chávez en la ciudad de Barinas.

Estas declaraciones del candidato opositor a la gobernación del estado de Barinas y la información sobre la opinión de los venezolanos de la calle, la publicaba el enviado especial de El País Francisco Peregil el domingo 23 de noviembre, el mismo día de las elecciones. Al día siguiente conocemos los resultados de las votaciones y el candidato del PSUV en ese Estado, Adán Chávez, hermano del presidente, sacó 137.732 votos, el cincuenta por ciento, la mayoría absoluta, lo que le convierte en el gobernador electo. Parece que todos sus votantes se escondieron cuando salió el corresponsal del diario español a preguntar a la calle. También es mala suerte, Francisco Peregil pregunta a taxistas, camareros, vigilantes de hotel, viandantes, vendedores de prensa; en distintos barrios y en diferentes momentos del día y no tropieza con ninguno de los 137.732 votantes de Chávez. Aunque, pensándolo bien, quizás le pasó como con los políticos entrevistados para el reportaje -Julio César Reyes, Wilmer Azcue y Rafael Simón-, que también todos eran opositores a Chávez.

Peregil no sólo no encuentra votantes de Chávez, todos los que pregunta están convencidos de que ganará la oposición:

La casa donde vivían hace diez años es una vivienda de protección social. Los vecinos rehúsan hablar sobre los Chávez. Si a alguno se le pregunta quién cree que ganará hoy, opina que será Julio César Reyes, quien ha cambiado la camiseta roja del chavismo por una azul y ha fundado el partido Gente Emergente.

Si el resto de las noticias del periódico las han buscado con el mismo rigor que han preguntado la intención de voto en este estado venezolano, van arreglados.

La duda que nos queda es si los corresponsales del diario El País no encuentran para sus reportajes ni a políticos chavistas ni a votantes chavistas aunque sean mayoría, o si es el periódico el que les encarga no encontrarlos.


Extraído de: http://www.pascualserrano.net/noticias/el-enviado-de-el-pais-no-encontro-en-el-estado-de-barinas-ningun-chavista-el-dia-anterior-de-que-estos-ganaran-por-mayoria-absoluta

martes, 11 de noviembre de 2008

Barack Obama, ¿cambio o continuidad enmascarada?


Como todos ya sabemos, Barack Obama es el nuevo presidente de los Estados Unidos, todo un hito teniendo en cuenta que es el primer presidente de raza negra de la nación más poderosa del mundo. Esta victoria puede tener muchas lecturas, pero los progres europeos han encajado la noticia con un gran jolgorio.

EE. UU. como nación ha demostrado desde el comienzo de su historia, un pactismo inmovilista en defensa de su sistema democrático, cada día más inviable y corrupto. Recordemos que este pacto democrático y revolucionario en su momento data del 4 de julio de 1776 y en él, la burguesía cogió el mando de la situación, mando que tiene hasta el momento. Si hay un territorio donde la traición de la burguesía se ha materializado de manera más claro, ese ha sido EE.UU., pues los trabajadores en EE.UU. nunca han tenido una mínima cuota de poder. Los presidentes han pasado, unas veces republicanos y otras veces demócratas, pero la política realmente ha variado más bien poco. Teniendo en cuenta estas cosas, ¿cuál es el motivo de la euforia por la victoria de Obama?

La socialdemocracia europea de centroderecha, aunque disfrazados de izquierdistas, ve en Obama una apoyo a la política que ellos hacen desde Europa: matices sociales y liberales en economía. Pero no nos dejemos engañar: por mucho que digan que Obama está a la izquierda del Partido Democrático y todas esas cosas, dudo mucho de su interés por la política social, más que nada porque es impopular en los Estados Unidos. La victoria de Obama para esta socialdemocracia burguesa europea no es más que una consolidación de un modelo político en el mundo occidental, ni más ni menos. Si con la presencia de personajes como Bush, Aznar o Berlusconi, el mundo occidental se viraba claramente hacia la derecha tradicional, con políticos como Zapatero u Obama, la tendencia es hacia una política centrista, con caramelos como medidas sociales avanzadas, pero políticas económicas y demás, claramente liberales y poco diferenciables con las de la derecha tradicional. Incluso estaría dispuesto a decir que Obama hará menos reformas sociales que Zapatero, miren lo que digo.

El nuevo presidente americano tiene sobre la mesa una cantidad de problemas que debe solucionar para que EE.UU. deje de lado su ilegalidad política y su hipocresía: quitar el bloqueo de Cuba, dejar de ser racista con pueblos a los que se creen con derecho de invadir, dejar legislarse por sí mismos a los países de Próximo Oriente, ser tolerantes con los gobiernos socialistas de América Latina, que EE.UU. se olvide de actuar como "el Mesías" de la civilización mundial, cerrar la cárcel de Guantánamo, una vergüenza de la humanidad, dejar de lado la idea de colocar un muro que separe las fronteras de EE.UU. y México, firmar el Protocolo de Kyoto, gobernar mirando también las clases más desfavorecidas de los EE.UU., dejar de apoyar a los genocidas israelitas y combatirlos, no apoyar dictaduras crudentas, etc etc etc.

Como dice Eduardo Galeano en su artículo en Rebelión, ojalá Obama gobierne con coherencia y con interés de socializar, pero siendo sinceros no confío en ello. Más allá del glamour o lo novedoso que tenga su color de piel, algo que no debería tener mayor importancia, Obama es un político que ha salido elegido presidente de los Estados Unidos y con el apoyo de intereses económicos especulativos. ¿Va a gobernar en contra de ellos? Nadie escupe la mano del que le dá de comer.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Con el 50% de los votos escrutados el candidato demócrata es el nuevo Presidente de los Estados Unidos ¿Quién es realmente Barack Obama?


Estados Unidos elegía en la pasada madrugada su Presidente del Gobierno. Con casi total seguridad, el candidato demócrata, Barack Obama, será el nuevo presidente de la nación más poderosa del mundo. Cuelgo este artículo de Rebelión sobre el futuro presidente americano, con la promesa de escribir un poco mi opinión de lo acontecido en EE. UU.

John Gerring y Joshya Yesnowitz
Le Monde Diplomatique


El senador por Illinois aceptó ante las más de 75.000 personas que abarrotaban el estadio Invesco Field de Denver (Colorado) y cerca de 40.000.000 millones de espectadores por televisión, ser el candidato del Partido Demócrata a la Casa Blanca.

Va siendo hora de conocer, más allá del halo mediático, quién es realmente Barack Obama. El análisis de sus discursos revela una personalidad que seduce sobre todo por su retórica universalista y que la sitúa a la izquierda del Partido Demócrata. Sin embargo, en medio de la crisis económica que golpea a Estados Unidos, el senador por Illinois no ha propuesto hasta ahora nada para reducir el abismo que se ensancha entre ricos y pobres.

La candidatura de Barack Obama tiene tanto las características de un movimiento político como de una campaña electoral clásica, tal como lo muestran las multitudes electrizadas que se apretujan en sus mitines, las decenas de voluntarios que lo asisten y más de un millón de pequeños donantes. Este movimiento movilizó a muchos nuevos votantes hacia el proceso democrático, en particular a jóvenes e "independientes" (1). Como consecuencia de semejante entusiasmo y de la cerrada lucha por llegar a la candidatura del partido, la participación en las primarias y en los caucus (comités electorales) demócratas ha alcanzado un récord histórico en todo el país (2).

Y, sin embargo, las opiniones divergen sobre lo que representa la candidatura de Obama. Para sus partidarios, encarna en la política estadounidense, una fuerza fundamentalmente nueva que se eleva por encima del espíritu de partido y les ordena a los estadounidenses dar la espalda al callejón sin salida de la política de puertas cerradas de Washington. Para sus oponentes dentro del Partido Demócrata, que han apoyado la candidatura de su rival, la senadora por Nueva York Hillary Clinton, Obama no es más que grandilocuencia. Para colmo, es demasiado joven y le falta experiencia. En cuanto a los republicanos, juzgan que Obama es seductor, pero no ofrece ninguna sorpresa; sería un progresista de la vieja escuela, preocupado ante todo por redistribuir los ingresos a través de los impuestos, nada distinto de los que lo precedieron.

Cada uno de estos puntos de vista tiene una parte de verdad. La novedad del hombre, su frescura y su recorrido personal han brindado a los comentaristas mucha tela para cortar. Nacido de un padre originario de Kenia y de una madre proveniente de Kansas, Obama creció en Hawai, donde sus padres se conocieron, y en Indonesia, en donde residió su madre para proseguir las investigaciones que realizaba para su doctorado en antropología (y donde volvió a casarse, dándole un padrastro indonesio). Obama realizó sus estudios superiores en California (Occidental College) y en Nueva York (Columbia University), y luego trabajó como asistente social en los barrios del sur de Chicago antes de obtener su diploma de derecho en Massachussets (Harvard). Así, Obama aparece como un palimpsesto sobre el cual el mundo ha superpuesto numerosos temas.

Es un mensajero, pero no un arquitecto del Partido Demócrata moderno. Novedades aparte, su candidatura retoma toda una serie de temas demócratas convertidos en tradicionales. Desde el final del siglo XIX hasta la mitad del siglo XX, el Partido Demócrata se definió por su oposición a la concentración del poder y la riqueza en la sociedad estadounidense. Los candidatos demócratas a la presidencia -entre los cuales podemos mencionar a William Jennings Bryan (candidato en 1896, 1900 y 1908), Woodrow Wilson (1912, 1916), Franklin Roosevelt (1932 a 1944) y Harry Truman (1948)- hicieron campaña a favor del "pueblo" y contra los "intereses". Su visión plebiscitaria del poder político esperaba que la "gente común" se gobernara directamente (o lo más directamente posible) y consideraba a los grupos de intereses como corruptos y codiciosos. Esos candidatos eran fulminantes contra la concentración del poder por los capitalistas, encarnados en los trusts o las grandes empresas. Oponiéndose a los privilegios de las elites, los demócratas pretendían ser los campeones del hombre corriente, al que se suponía blanco y de origen europeo. Era el auge de la era populista (3).

Después de la Segunda Guerra Mundial se atenuó el populismo demócrata, como lo manifestaron las campañas de Adlai Stevenson (1952, 1956), y luego las de John Kennedy (1960), Lyndon Johnson (1964) y Hubert Humphrey (1968). El antagonismo entre las clases sociales pasó a un segundo plano. Por cierto, los demócratas de la posguerra defendieron las reformas sociales de la época del desmantelamiento de los carteles ("Progressive era") y las del New Deal (4) después, y con frecuencia trataron de ampliar su campo de aplicación (especialmente en materia de jubilaciones). Sin embargo, desaparecieron de su discurso público todas las referencias a la "lucha de clases"; las sustituyeron por un llamamiento a la unión universal entre el conjunto de razas, creencias y clases.

En esos tiempos de Guerra Fría, esa estrategia retórica tenía especialmente el objetivo de alejarse de cualquier asociación con el comunismo, sinónimo de antiestadounidense, y del movimiento sindical, cada vez menos popular porque era percibido como corrupto. Los demócratas de la posguerra le exigieron cada vez menos al Estado que regulara el sector privado y ya no se encarnizaban con las grandes empresas. Esta nueva ideología universalista y aglutinadora expresaba el objetivo político, fundamentalmente nuevo, del Partido Demócrata. A partir de 1948 y con la adopción de las primeras medidas que garantizaban los derechos cívicos, el partido apoyó una intervención pública a favor de los derechos de las mujeres y de las "minorías". Inicialmente, los afroestadounidenses constituían la única minoría considerada como tal. Una vez establecido el precedente de los derechos cívicos otorgados a los negros, el partido abrazó la causa de las mujeres, los hispanos, los homosexuales, y de una multitud de grupos diversos definidos según criterios étnicos o intereses particulares. La filosofía de los derechos no terminaba nunca de ampliarse. Así, durante el curso del siglo XX, el partido pasó de una ideología de "gobierno de la mayoría" a otra que insistía más en los "derechos de las minorías".

En esta marcha hacia la unidad fraternal, tanto masculina como femenina, quedaba un paso por franquear. Hasta entonces, los abanderados del partido para ocupar la presidencia habían sido exclusivamente blancos y de sexo masculino. Se alentaba a las mujeres y a las minorías a votar por los demócratas, pero no se les confiaba la tarea suprema (aunque varios de sus representantes hayan tratado de conseguirlo, entre los cuales puede mencionarse a Jesse Jackson en 1984 y a Patricia Schroeder en 1988). Después de haber sostenido durante medio siglo un discurso a favor de la inclusión, el partido se encuentra hoy a punto de pasar a la acción. Cualquiera que sea el candidato designado en la Convención demócrata de Denver, a finales de agosto -Obama o Clinton-, significará, por su recorrido profesional y por su vida, un paso adelante del moderno Partido Demócrata. Su único rival serio, blanco y dotado de un cromosoma Y (masculino), era John Edwards, que abandonó después de la primera serie de primarias. Pero éste había centrado su campaña en temas que insistían en las disparidades sociales y en la desigualdad de los ingresos.

Los dos candidatos que han seguido en liza hasta el 3 de junio no han defendido el tema universalista con la misma energía. Mientras que la señora Clinton -copresidenta de hecho durante la Administración de su marido William Clinton (1993-2001)- se presenta como una experta en materia de gobierno y lucha por un servicio médico universal, Obama encarna de maravilla la nueva ideología demócrata. En esta era post-industrial, el favor del partido no lo ha conquistado únicamente con la edificante historia de su vida, sino también con su vuelo lírico. Presentado por primera vez ante un público nacional en julio de 2004, cuando pronunció un discurso en la convención demócrata, el que en ese momento era candidato a senador por el estado de Illinois conquistó a los delegados (y a los medios de comunicación) instando, lejos de toda ideología precisa, a creer en la comunidad y en la ciudadanía. Su discurso se hizo célebre:
"No hay una América progresista y una América conservadora, hay los Estados Unidos de América. No hay una América negra y una América blanca, una América latina y una América asiática, hay los Estados Unidos de América. (...) Nosotros veneramos a un Dios todopoderoso en los estados azules (de mayoría demócrata), y no nos gusta que los agentes federales husmeen en nuestras bibliotecas en los estados rojos (de mayoría republicana). Nosotros preparamos los campeonatos de baloncesto en los estados azules y tenemos amigos gays en los estados rojos. Hay patriotas que se han opuesto a la guerra de Irak y patriotas que la han apoyado. Somos un único pueblo, todos hemos prestado juramento de fidelidad a la bandera, todos defendemos a los Estados Unidos de América".

En sus mítines -que algunos observadores han comparado con sermones religiosos- Obama señala sistemáticamente a sus partidarios que todos los estadounidenses, independientemente de su raza, color y sexo, pueden conocer la prosperidad. Su propio nombre, nos explica, resume las ventajas de Estados Unidos: "(Mis padres me) dieron un nombre africano, Barack, que quiere decir "bendito", pensando que en una América tolerante, el nombre que uno lleva no es un obstáculo para el éxito. Pensaron que yo iría a las mejores escuelas del país, aunque ellos no fueran ricos, porque en una América generosa no hay necesidad de ser rico para realizar el potencial que se tiene".

El senador por Illinois presenta su candidatura como post-partidaria y post-racial, dirigida a reunir a todo el mundo en un consenso a favor del "cambio". Aunque vaga, la idea llega. Permite que los partidarios del candidato se creen una imagen de Obama independientemente del programa que propone. Eso no significa que el pretendiente demócrata evite comprometerse -lo ha demostrado a propósito de Irak (5)-, pero sus simpatizantes dejan a veces de lado sus tomas de posición, porque prefieren la representación de conjunto que comunica su candidato.

En su mensaje, la convergencia entre la forma y el contenido nunca es tan manifiesta como en el eslogan "Sí, podemos" (Yes, we can), que encarna los temas universalistas de la inclusión y de la tolerancia, en un estilo de pregunta y respuesta evocador de la tradición participativa de la iglesia afro-americana (véase el recuadro). En resumen, el candidato representa la apoteosis del universalismo demócrata que el partido afirma desde hace medio siglo.

Durante la campaña ha sufrido repetidos ataques: William Clinton primero y el senador republicano John McCain después, lo han acusado de ser "únicamente retórico" y "elocuente pero vacío", con falta de sustancia y de peso. Se le reprocha un conocimiento sumario del funcionamiento del aparato del Estado y la ausencia de un programa claro. Estas críticas expresan una inquietud legítima. Pero la política es también un asunto de lenguaje fuerte, evocador, "poético" (retomando este epíteto que pretende ser descalificante cuando se aplica a Obama). Las palabras, y la capacidad para pronunciarlas, representan el arte de la profesión, porque la política es un arte retórico. Los estadounidenses escuchaban a Ronald Reagan, y les gustaba lo que oían. No puede decirse lo mismo del actual presidente o de su padre.

De la misma manera, Hillary Clinton se distingue de casi todos los demás recientes candidatos demócratas a la presidencia (incluyendo a su esposo) por su dominio del arte de la comunicación, sin el cual el hombre o la mujer políticos no pueden llevar a cabo muchas cosas. La sabiduría popular (que Hillary Clinton siempre menciona) supone que aunque se logra movilizar a un electorado con el modo poesía, una nación se gobierna con el modo prosa. Pero en esta época de campaña electoral permanente, siempre es importante dominar ambos registros. No tiene nada de accidental que los dirigentes estadounidenses considerados como los más grandes sean aquellos a los que se recuerda por sus palabras.

Hace ya un siglo y medio, los adversarios de Abraham Lincoln lo acusaron de disimular sus verdaderas intenciones tras una bruma de palabras que sonaban bien, pero que eran sustancialmente ambiguas. Durante su campaña para la presidencia en 1860, Lincoln fue presionado más de una vez para que tomara claramente posición sobre la abolición de la esclavitud; pero la bandera bajo la cual había elegido hacer su campaña era la del nacionalismo; él se describía a sí mismo como salvador de la Unión y no como protector de los negros; profesaba aversión por la esclavitud, pero precisaba que se trataba de una opinión personal que no se traduciría en medidas significativas en caso de ser elegido.

Este ejercicio de equívoco electoral se cuenta entre los más notables de los anales de la política. Sin embargo, los estadounidenses de hoy, negros y blancos, probablemente lo defenderían porque era la única estrategia capaz de llevar a Lincoln a la candidatura republicana y, con un poco de suerte, a la presidencia.

Si los electores eligen a Obama en noviembre, su presunto progresismo tiene más oportunidades de estar sujeto a controversia que su raza. Sus votantes anteriores (primero para la Asamblea de Illinois y luego para el Senado de Estados Unidos), al igual que sus aliados políticos, lo ubican a la izquierda del Partido Demócrata. En todo caso, más a la izquierda que todos los candidatos nominados por este partido desde hace mucho tiempo. En este sentido, la modernidad de Obama no tiene nada que ver con la de Bill Clinton cuando fue elegido en 1992, con un programa de centro derecha. Si en agosto próximo, en Denver, consigue ser el candidato de su partido, el senador de Illinois será tal vez clasificado por los historiadores como el demócrata más inclinado a la izquierda desde George McGovern en 1972. ¿Elegirá hacer campaña como un claro progresista? ¿Le permitirán sus adversarios presentarse como si estuviera por encima de la pelea partidaria?

"Sí, podemos"

"Cuando hemos superado pruebas aparentemente insuperables; cuando nos han dicho que no estábamos listos, o que no había que intentar hacer algo, o que no podíamos, generaciones de estadounidenses respondieron con un simple credo que resume el espíritu de un pueblo.

Sí, podemos.

Este credo estaba inscrito en los documentos fundadores que declararon el destino de un país.

Sí, podemos.

Fue murmurado por los esclavos y los abolicionistas, abriendo un camino de luz hacia la libertad en la más tenebrosa de las noches.

Sí, podemos.

Fue cantado por los inmigrantes que dejaban lejanas costas y por los pioneros que avanzaban hacia el Oeste a pesar de una naturaleza despiadada.

Sí, podemos.

Fue el grito de los obreros que se sindicalizaban; de las mujeres que luchaban por el derecho a votar; de un presidente que hizo de la Luna nuestra nueva frontera; y de un rey que nos condujo a la cima de la montaña y nos mostró el camino hacia la Tierra prometida.

Sí, nosotros podemos lograr la justicia y la igualdad. Sí, podemos conseguir las oportunidades y la prosperidad. Sí, podemos curar a esta nación. Sí, podemos reparar este mundo.

Sí, podemos".

Discurso de campaña en el estado de New Hampshire, 10 de enero de 2008

Notas:
(1) Es decir, ciudadanos que eligen no estar afiliados a ninguno de los dos grandes partidos en el momento en que se inscriben en las listas electorales. La pregunta sobre su preferencia política se les plantea en ese momento, con el fin de determinar en qué primaria podrán participar. Porque en muchos Estados, un elector inscrito como "demócrata", o como "republicano", no podrá participar en otra primaria que la de "su" partido. En la elección general, naturalmente cada elector tiene la libertad de votar por el candidato del partido contrario.
(2) Para datos relativos a los grupos demográficos y a la participación electoral, véase el "United States Election Project", en http://elections.gmu.edu
(3) Este esbozo histórico se inspira en la obra de John Gerring, Party Ideologies in America, 1828-1996 , Cambridge University Press, Cambridge, 1998.
(4) Medidas económicas y sociales tomadas en Estados Unidos entre 1933 y 1939, bajo la presidencia de Franklin D. Roosevelt.
(5) El 2 de octubre de 2002, mientras una mayoría de estadounidenses apoyaba la política del presidente George W. Bush, Obama participó en una manifestación anti-bélica y pronunció un discurso importante.

John Gerring es profesor de ciencias políticas de la Universidad de Boston (Massachusetts, Estados Unidos) y autor de Party Ideologies in America, 1828-1996 (Cambridge University Press, Cambridge 1998). Yoshua Yesnowitz hace su doctorado en la Universidad de Boston.

Extraído de: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=75440

domingo, 2 de noviembre de 2008

Apostando por lo que no es nuestro


Lo bueno de la hipocresía es que es tan estúpida que se contradice constantemente en alardes de irracionalidad. Aquí, en Canarias, comenzamos a palpar en carne propia los efectos devastadores de la sucesión de políticas desequilibradas y expoliadoras, que ahora alcanzan su cenit con el neoliberalismo globalizador. Uno de los ejemplos más claros, y a la vez más incomprendidos es la inmigración. Al hablar de hipocresía en este ámbito, quería hacer una relación de contradicciones entre cosas que nos dan miedo, y cosas que no. Aclarando un poco este barullo: a menudo se habla de las grandes diferencias de carácter cultural que dificultan la integración de otros pueblos en el nuestro. "Es que tienen costumbres muy diferentes", suelo escuchar o incluso que "tienen una cultura muy distinta a la nuestra". Se siente temor a perder nuestras señas de identidad con la participación de los inmigrantes en nuestra sociedad. Vemos amenazado nuestro legado cultural, cuando "esta gente, que no se sabe adaptar", vienen a nuestra tierra, a "poner en peligro todo aquello que tanto queremos y defendemos". A mí me bailan las terminaciones nerviosas con tanta estupidez. Dos son la razones que provocan este tenderete de señales eléctricas: a) no es precisamente la inmigración la vía por la que arrivan a nuestras orillas archipielágicas las culturas o costumbres extranjeras potencialmente más influyentes; y b), ¿a quién queremos engañar con tanto conservadurismo cultural, cuando no hacemos más que copiar todas las señales que recibimos de la dichosa televisión, y otros instrumentos de publicidad?

Todo esto viene a querer explicar la hipocresía de quienes temen por la supervivencia de nuestra forma de vida, y la otra noche celebraban la verdaderamente extraña Noche de Halloween. ¿O alguien me va a decir que la extranjera tradición de Halloween tiene alguna similitud con la Noche de Finaos? Probablemente muchos se pregunten: "¿Noche de Fina...qué?

Situémonos. Había una vez unas hermosas islas atlánticas, a orillas del continente africano, a las que arribaron unos europeos con ánimo de conquista, y que tras siglos de aculturización, fueron imponiendo muchas de sus costumbres. Pese a esto, la pervivencia y resistencia de la cultura autóctona logró conformar, con las aportaciones extranjeras, una idiosincracia peculiar que fue sobreviviendo con el tiempo, además de adaptar algunos nuevos rasgos en función de las necesidades históricas. Unos 450 años después de la invasión, el gobierno metropolitano de país que controlaba el sino de estas islas cambió de líder, y una dictadura militar y fascista ocupó el poder por largo tiempo. A esta dictadura no le gustaba que en "su nación", existieran realidades tan dispares y sentimientos nacionales particulares en diferentes sitios, y abogó por la cultura única y nacionalista española, asegurada mediante el miedo. Fue entonces cuando en las islitas se dio un fuerte proceso de aculturización, nuevamente, pero quizás amainado en parte por la distancia, desinterés y abandono de aquel gobierno hacia nosotros. El hombre que representaba todo el poder de aquella dictadura murió, y ese gobierno, con diferente decoración pero con los mismos protagonistas decidió cuál era "el mejor modelo político y económico" para estas Islas Afortunadas. Con todo este proceso llegó la globalización, y através de grandes medios de difusión masiva fue inculcando la tremendamente chachi forma de vida de un gran país mentado con sólo cuatro siglas.

Pese a la teoría del miedo de la que hablábamos antes, misteriosamente nadie tiene miedo a esa cultura, también diferente, pero aceptada. Las horas de televisión que dedicamos a conocer este modus vivendi nos han facilitado la comprensión, y ahora ya no tenemos miedo de abrazar esa otra cultura.

Como resultado de toda esta hipocresía, hemos cambiado nuestro proceso histórico. Tras la invasión europea, y la aportación cultural consiguiente, Canarias, desde su destierro en sí misma, ha ido conformando su identidad con aportaciones latinoamericanas, por ejemplo, que venían a rellenar los huecos dejados por el fuerte proceso de desarraigo sufrido. No obstante, hoy es diferente. Podría entenderse que, una fecha remarcada en el almanaque como el 1 de noviembre, tuviera una víspera de celebración, y que ante la ausencia de tal efeméride, la aportación de alguna comunidad o el resultado de la emigración canaria a California diera con esta nueva realidad. Pero ni hay representación estadounidense en nuestro archipiélago, ni conozco yo a muchos canarios que emigraran a las zonas residenciales de California y copiaran de los niños ricos la celebración de Halloween para incorporarla a nuestra amplia lista de festividades. Es más, ¡aquí ya teníamos una celebración tradicional para esta fecha!

La noche de Finaos es una vieja tradición que consistía en recordar y honrar a los difuntos en la noche del 31 de octubre (hoy Noche de Halloween).
Era costumbre en los pueblos de Canarias prepararse con antelación, haciendo la matanza del cochino y amasar el pan. Para esto invitaban a los familiares y vecinos más cercanos, para el almuerzo. Por la tarde se llenaban las morcillas con gran jolgorio, cuyos ingredientes eran almendras, batatas, bizcocho, condimentos y parte de la sangre del animal. Al finalizar, repartían entre los invitados. Al llegar el día, los más pequeños cogían una talega e iban visitando las casas pidiendo los santos. Tocaban en las puertas y preguntaban ¿hay santos? La dueña decía que sí, depositando en la talega almendras, nueces, higos pasados y castañas. Cuando las llenaban volvían a casa muy contentos. Por la tarde se reunían las familias para comer castañas asadas acompañadas de anís y vino. Luego, por la noche se celebraban los bailes de Taifas, muy esperados por los jóvenes, pues en ellos se encontraban las parejas. Empezaban a las nueve y terminaban a las doce, pues había que respetar el día de los difuntos que se celebraba al día siguiente. 1
Entonces resulta ser que las series y películas de televisión han hecho creernos ser nosotros mismos esos chiquillos californianos que, con los atuendos de nuestro Carnaval y las intenciones de nuestra noche de San Juan o de Brujas, tocamos en las puertas de los grandes chalets diciendo "Truco o Trato". ¡Pero qué rápido hemos besado y agasajado una tradición extraña! Con lo miedosos que somos nosotros para aceptar costumbres de fuera. Lo que no hagan los Mass Media, no lo hace nadie.

Las aportaciones culturales no son ninguna lacra, siempre y cuando tengan un sentido en el contexto en el que se dan. Lo que sí es verdaderamente una lacra es la imposición comercial y publicitaria de ciertas "costumbres", con el fin exclusivo de una rentabilidad económica. ¿Que se inventan un día de Papa Noel? ¡Allá vamos! ¿Día de las madres? ¡Lo que se ofrezca. caballero! ¿Día del vecino de la calle de abajo? ¡Claro, hombre! Casualidad que todas estas celebraciones las impongan recintos comerciales y grandes multinacionales, preocupadas todas ellas por la diversión y el ocio del pueblo. Luego ya nosotros añadimos litros de alcohol, y la fiesta ya está completamente arraigada.

¿A dónde queremos ir, si no sabemos ni de dónde venimos?


Rubén Jiménez "Doramas"

1. Texto de la señorita Mari Paz Llarena, profesora jubildada del CEIP Artemi Semidán.

Extraído de: http://canarias-socialista.blogspot.com/2008/11/apostando-por-lo-que-no-es-nuestro.html

Canarias presente en el V Congreso Mundial Amazigh

La 5º edición del Congreso Mundial Amazigh celebrada esta vez en la ciudad de Meknes (Marruecos) culmina hoy 2 de noviembre. Una delegación canaria asiste para seguir estrechando lazos de solidaridad con otros pueblos amazighes.
Del 31 al 2 de noviembre se celebró en la ciudad de Meknes (Marruecos central) el 5º Congreso Mundial Amazigh, culminando con éxito los más de diez años que tiene esta ONG que intenta agrupar a todos los pueblos amazighes. Una vez más el C.M.A. reunió a representantes de todos los pueblos amazighes como los tuaregs, rifeños, cabilios, canarios, susís, libios,...etc. Todos ellos pretenden dar a conocer sus diversas problemáticas y consolidar vinculos de solidaridad común. La delegación canaria ha cumplido una vez más su cita con el C.M.A. en su compromiso de dar a conocer internacionalmente nuestra situación política y cultural como pueblo. Problemas como la marginación de nuestra identidad cultural y de nuestra herencia amazigh, la destrucción acelerada de nuestro medio amabiente y la negación sistemática nuestros derechos nacionales, serán expuestos en el C.M.A. El C.M.A. aparte de la asistencia de delegaciones de toda la Tamazgha (territorio amazigh) cuenta con representantes del País Vasco, Bretones, Catalunya, la ONU, y portavoves de partidos políticos marroquís.
Congreso Mundial Amazigh
El CMA se fundó el 1, 2 y 3 de septiembre de 1995 en St Romen (Francia). Celebró su primer Congreso en 1997 en nuestro país (Tafira, Gran Canaria). El CMA es una organización no gubernamental conformada por organizaciones del ámbito político y cultural amazigh (bereber) que engloba organizaciones de toda el norte de África (denominado por el movimiento amazigh como Tamazgha) y la diáspora. Los canarios han tenido una importante participación en el impulso de esta organización, destaca la bandera asumida por el CMA y posteriormente por los pueblos amazighes que fué inventada por activistas canarios. Sus fines son la defensa y promoción de las culturas y la identidad amazigh, así como la defensa de los pueblos imazighen (bereberes) ante los organismos internacionales. El C.M.A. ya ha protestado en alguna ocasión en la ONU en relación a las maniobras de la OTAN realizadas en el Archipiélago y en la marginación de la cultura canaria. El CMA está presidido actualmente por el cabilio Lounes Belkacem que ha visitado Canarias en numerosas ocasiones ofreciendo conferencias.

Extraído de: http://nacioncanaria.blogspot.com/2008/11/canarias-presente-en-el-v-congreso.html